El síndrome de fatiga crónica (SFC), que también conocido como encefalomielitis miálgica (EM), es un trastorno complejo y debilitante que se caracteriza por una fatiga extrema que no mejora con el descanso y puede empeorar con la actividad física o mental. Por ello, afecta significativamente la calidad de vida de quienes lo padecen, limitando su capacidad para realizar actividades cotidianas.

En este artículo, exploraremos en profundidad qué es el SFC, cuáles son sus causas, síntomas, cómo se realiza el diagnóstico, qué tratamientos hay disponibles y algunas recomendaciones para prevenirlo y manejarlo.

¿Qué es el síndrome de fatiga crónica?

El síndrome de fatiga crónica (SFC) es una enfermedad crónica que provoca un agotamiento profundo e inexplicable, el cual persiste durante más de seis meses y no se alivia con el descanso. Además de la fatiga, puede estar acompañado de otros síntomas como dolor muscular, problemas de memoria, sueño no reparador y malestar post-esfuerzo (PEM, por sus siglas en inglés).

Aunque no se conoce su causa exacta, se cree que puede estar relacionado con infecciones previas, alteraciones del sistema inmunológico, desequilibrios hormonales o estrés crónico.

Causas y factores de riesgos

El síndrome de fatiga crónica (SFC) es una enfermedad multifactorial, lo que significa que no tiene una única causa conocida, sino que surge de la combinación de varios factores. Aunque la investigación sigue en curso, se han identificado varias posibles causas y desencadenantes.

Infecciones virales y bacterianas

Muchos pacientes desarrollan síndrome de fatiga crónica después de una infección viral o bacteriana. Algunos de los patógenos más asociados incluyen el Virus de Epstein-Barr (mononucleosis), el COVID-19 persistente (Long COVID), el Citomegalovirus (CMV), la enfermedad de Lyme (infección por Borrelia) y el Herpesvirus humano 6 (HHV-6)

Estas infecciones pueden desencadenar una respuesta inmunológica anormal, llevando a una inflamación crónica y fatiga persistente.

Disfunción del sistema inmunológico

Algunos estudios sugieren que el SFC podría estar relacionado con una respuesta autoinmune, pues sistema inmunitario ataca por error tejidos sanos, con una inflamación crónica de bajo grado por niveles elevados de citoquinas inflamatorias, o por la alteración en las células NK (Natural Killer), que presenten una disminución de su función, afectando la defensa contra infecciones.

Desequilibrios hormonales

El eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal (HPA) regula el estrés y la energía. En el síndrome de fatiga crónica, este sistema puede estar alterado, causando niveles bajos de cortisol, que es la hormona del estrés, lo que dificulta la respuesta al estrés físico y emocional, o por desequilibrios en la serotonina y dopamina, que afectan el estado de ánimo y la energía.

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Estrés físico y emocional prolongado

El estrés crónico puede agotar las reservas de energía del cuerpo y contribuir al desarrollo del SFC. Factores como traumas psicológicos, como haber sufrido abuso, o la pérdida de un ser querido, el sobreesfuerzo físico continuo por el que pasan deportistas, o quienes tienen trabajos exigentes, y el insomnio crónico o la privación del sueño.

Factores genéticos y predisposición familiar

Algunas personas pueden tener una mayor susceptibilidad genética debido a polimorfismos en genes relacionados con la respuesta inmunológica y el metabolismo energético, o a tener un historial familiar de SFC o enfermedades autoinmunes.

Alteraciones en el metabolismo energético

Algunas investigaciones sugieren que los pacientes con SFC tienen disfunción mitocondrial (las mitocondrias son las “centrales energéticas” de las células) o una acumulación de ácido láctico después del esfuerzo, causando fatiga y dolor muscular.

Síntomas

El SFC no solo se manifiesta con fatiga extrema, sino con un conjunto de síntomas que afectan múltiples sistemas del cuerpo:

Los síntomas principales son una fatiga profunda que no mejora con el descanso y empeora con el esfuerzo físico o mental, un sueño no reparador en el que, aunque duerman muchas horas, los pacientes despiertan agotados y una disfunción cognitiva o “niebla mental” que causa dificultad para concentrarse, pérdida de memoria a corto plazo y lentitud mental.

Los síntomas físicos incluyen dolores musculares y articulares sin inflamación visible, similar a la fibromialgia, un dolor de cabeza frecuente tipo migraña o tensional, ganglios linfáticos sensibles especialmente en cuello y axilas, y mareos o intolerancia ortostática, que empeora al estar de pie, y está relacionado con disautonomía.

Los síntomas inmunológicos y neurológicos son una sensibilidad aumentada a luces, sonidos y olores, síntomas similares a la gripe como dolor de garganta o fiebre, y problemas digestivos como síndrome de intestino irritable o intolerancias alimentarias.

Estos síntomas pueden fluctuar en intensidad, con períodos de mejora seguidos de recaídas, que se conocen como “brotes”.

Diferencia entre cansancio común y fatiga crónica

  • El cansancio común mejora con el descanso, mientras que la fatiga crónica no.
  • La fatiga crónica persiste por más de 6 meses, mientras que el cansancio es temporal.
  • El cansancio se relaciona con esfuerzo físico o estrés puntual, mientras que la fatiga crónica no necesariamente tiene una causa.
  • El cansancio no afecta a la memoria, pero la fatiga crónica puede causar “niebla mental”.
  • El cansancio común no provoca dolor muscular persistente, mientras que la fatiga crónica suele incluir dolores musculares y dolor de articulaciones.
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¿Cómo detectar el síndrome de fatiga crónica?

El diagnóstico del SFC es clínico y por exclusión, ya que no existe una prueba única para confirmarlo. Los pasos incluyen una evaluación médica exhaustiva donde se considera la duración y patrón de la fatiga, y los síntomas asociados, además de un examen físico para descartar otras enfermedades como la anemia, hipotiroidismo, o enfermedades autoinmunes.

Los criterios diagnósticos más utilizados son los Criterios del Instituto de Medicina (IOM, 2015), que indican que debe haber una fatiga crónica grave por más de 6 meses, malestar post-esfuerzo (PEM), sueño no reparador y disfunción cognitiva o intolerancia ortostática; o los Criterios de Fukuda (1994), en los que se considera una fatiga persistente más al menos 4 de estos síntomas: dolor muscular, dolor articular, dolor de cabeza, ganglios inflamados, dolor de garganta, problemas de memoria.

Aunque no hay un examen específico, se pueden realizar pruebas complementarias como análisis de sangre (hemograma, hormonas tiroideas, vitamina D, ferritina), pruebas inmunológicas para medir anticuerpos y niveles de citoquinas, estudios de sueño como polisomnografía, si hay sospecha de apnea y pruebas de esfuerzo como el test de tolerancia al ejercicio.

En el diagnóstico diferencial deben descartarse enfermedades autoinmunes como lupus, esclerosis múltiple, trastornos endocrinos como hipotiroidismo, enfermedad de Addison y problemas psiquiátricos como depresión o ansiedad crónica.

Un reumatólogo, neurólogo o internista suele ser el especialista indicado para confirmar el diagnóstico.

¿Cómo eliminar la fatiga crónica?

Terapia cognitivo conductual (TCC)

Ayuda a manejar el estrés y adaptarse a la enfermedad y reduce la ansiedad y depresión asociadas.

Manejo del esfuerzo (pacing)

Se debe aprender a evitar el ciclo “boom and bust” (sobreesfuerzo seguido de colapso), y planificar actividades en períodos cortos, con descansos programados.

Medicamentos para síntomas específicos

Se pueden recetar analgésicos (paracetamol, antiinflamatorios no esteroideos), antidepresivos en dosis bajas como amitriptilina para el dolor y el sueño y estimulantes controlados, como modafinilo en casos severos de fatiga.

Suplementos nutricionales

El magnesio y CoQ10 mejoran la energía celular, la vitamina B12 y el ácido fólico sirven para la función nerviosa y el Omega-3 funciona como antiinflamatorio natural.

Fisioterapia adaptada

Los ejercicios de baja intensidad como estiramientos, yoga suave y natación son útiles. Pero se debe evitar el ejercicio intenso, que puede empeorar los síntomas (PEM).

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Terapias alternativas

La acupuntura sirve para aliviar el dolor y la fatiga y las técnicas de mindfulness y meditación ayudan a reducir el estrés.

Hábitos y recomendaciones para prevenirlo

Manejo del estrés

Se pueden seguir técnicas de relajación como meditación, o respiración profunda. Y se recomienda terapia psicológica si hay ansiedad o depresión.

Sueño reparador

Se debe cuidar la higiene del sueño, teniendo horarios fijos, y un ambiente oscuro y fresco. Y se deben evitar las pantallas antes de dormir.

Alimentación antiinflamatoria

Se recomienda seguir la dieta mediterránea, rica en pescado, frutas, verduras y grasas saludables, y evitar los alimentos procesados, azúcares y gluten (en casos de sensibilidad).

Ejercicio moderado y progresivo

Son útiles las caminatas cortas, el yoga o el tai chi, pero siempre se debe evitar sobreesfuerzo, se recomienda usar el “pacing” para regular la actividad.

Evitar infecciones y fortalecer el sistema inmunológico

Se recomienda estar al día en las vacunaciones contra la gripe y el COVID-19, y tomar suplementos como vitamina D y zinc si hay deficiencias.

Preguntas frecuentes (FAQs)

¿Quién diagnostica el síndrome de fatiga crónica?

Un reumatólogo, neurólogo o internista, tras descartar otras enfermedades.

¿La alimentación influye en la fatiga crónica?

Sí, una dieta antiinflamatoria y equilibrada puede ayudar a reducir síntomas.

¿Cuánto tiempo puede durar el Síndrome de Fatiga Crónica?

Varía. para algunos mejora en meses, mientras que otros tienen síntomas crónicos durante años.

¿El SFC tiene cura?

No hay cura definitiva, pero un manejo adecuado puede mejorar la calidad de vida.

¿Es lo mismo que el burnout o la fibromialgia?

No, el burnout está relacionado con el estrés laboral, y la fibromialgia causa dolor generalizado, pero no siempre con fatiga extrema.

Conclusión

El síndrome de fatiga crónica es una condición compleja que afecta profundamente la vida de quienes la padecen. Aunque aún no se conoce su causa exacta ni existe una cura, un enfoque multidisciplinario puede ayudar a controlar los síntomas y mejorar el bienestar.

Si sospechas que tienes síndrome de fatiga crónica, no dudes en consultar a un especialista para conseguir un diagnóstico adecuado y un plan de tratamiento personalizado.

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